Un cura rompe el secreto de confesión para burlarse de un cornudo

No se pudo aguantar: Una feligresa le había confesado que tenía amores con un enano.

En una jarana descontrolada concluyó la misa del pasado domingo en la iglesia de la localidad bonaerense de Del Carril. La risotada general se debió a las alusiones que el sacerdote hizo en su sermón acerca de un episodio de adulterio. Expresiones del tenor de "es más fácil que un enano se trinque a doña M. que un rico entre al Reino de los Cielos", "por los cuernos de don M. los conoceréis", "el que esté sin pecado que le tire la primera piedra a doña M.", por citar sólo algunas, doblaron de risa tanto al auditorio como al predicador. Aclaremos que doña M. había hecho al sacerdote partícipe de su pecado mediante sagrada confesión, y que es una respetada dama de la comunidad aunque se la mueva un enano.

"Un cura también es un ser enano. Perdón, humano."
"Por supuesto que la conducta del padre J. es reprobable", alegó el obispo a cargo de la diócesis, "y tomaremos debida cuenta de su falta. ¡Pero la vieja... el enano!", concluyó el prelado mientras giraba por el piso.