Horas de pánico: no se acuerda dónde dejó la porno

"Este es el peor día de mi vida", asegura Hernán Krauski, y todos en la oficina pública donde trabaja saben que no exagera. Aunque solo son las 18.05 hs. y lo terrible todavía está por venir.

Krauski tiene 26 años, es soltero, sin novia. Tiene modales finos y es muy tímido. No es homosexual porque asegura que anoche se ha masturbado en el baño de su casa, usando para eso una revista porno con fotos de mujeres desnudas.


El drama de Krauski es que vive con su madre. Y por más que se ha esforzado, no se acuerda si anoche guardó la revista en un lugar seguro o si la dejó tirada en el piso del baño.

"Soy ateo, pero le ruego a Dios que mi vieja no la haya encontrado", declaró Krauski a los medios.

"Jamás me había pasado esto antes", continuó relatando K., "y es que soy una persona muy metódica, hasta en mi vida sexual. Me masturbo los miércoles y sábados, con opción a un día extra a designar en temporada veraniega. Y tengo una colección de 61 revistas pornográficas cuidadosamente seleccionadas y en perfecto estado, que escondo en 22 lugares diferentes, de muy difícil acceso, de mi habitación."

"Dios mío, no sé que me pasó anoche. Creo que estaba muy excitado, hacía meses que no usaba esa revista. Viene con japonesas vestidas de colegialas. ¿La guardé o qué?"

El Caso Krauski

El 'Caso Krauski' se transformó, desde la mañana, en una cuestión de honor para todo el personal de la oficina, y en la tarea excluyente.

10.30 hs. Carlos, compañero de trabajo, llama por teléfono a la casa de K. Al atender la madre, se presenta como un encuestador y le pregunta que programa está viendo, que opina sobre el gobierno y si últimamente vió alguna revista porno. La señora responde negativamente a la última pregunta. Carlos, con el auricular entre el hombro y el cuello, levanta los dos pulgares. Un ligero alivio distiende a Krauski.

12.00 hs. Aconsejado por Julia, compañera de trabajo, en su horario de almuerzo Krauski va a consultar a Zarah, una vidente natural que atiende cerca. K., nervioso, empieza a contarle su problema, pero la bruja lo para en seco: ella todo lo ve. Y le dice que hay una chica en su vida que le va a traer problemas. Pelo negro, muy jovencita. Casi en edad de ir al colegio. "¿Japonesa?", pregunta Krauski. "Puede ser. O china. No descarto coreana." responde la paranormal. El pajero K. paga los 20 pesos y vuelve a la oficina, desolado.

16.47 hs. Un motoquero trae unos papeles, se entera del caso, y se ofrece para hipnotizar a Krauski. Ya en estado de sugestión, éste logra recordar algo: en la página 56, entre las fotos de una rubia tetona lavando el auto y las japonesas, hay un artículo que trata sobre el Triángulo de las Bermudas.

"¿Como puedo acordarme de esa pelotudez y no de donde dejé la porno?", estalla K. al salir del trance hipnótico.

18.04 hs. Krauski es abandonado a su suerte. Uno a uno sus compañeros de trabajo se han ido, dándole ánimos y palmeándolo. Está deshecho; sudoroso y cansado. "Este es el peor día de mi vida", asegura.

Sin embargo, se incorpora, y una luz de grandeza le cruza la cara. "Mi mamá prepara la cena a las 10. Me quedan 4 horas. Puedo ir a un bar, o a caminar por el centro, conocer a una chica de buena familia, la invito a cenar a casa, conoce a mamá, mamá la conoce, se caen bien, la revista pasa al olvido."

"O puedo comprar un libro sobre el Triángulo de las Bermudas, lo leo en un bar, vuelvo a casa, y no hablo de otra cosa que no sea el Triángulo de las Bermudas, y en algún momento le pregunto si no vió una revista que tiene un artículo sobre el Triángulo de las Bermudas que quiero releer."

"Si, yo puedo arreglar esto", afirma Krauski y sale a la calle, donde ahora llueve.